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Según la perspectiva psicológica, el síndrome del esclavo satisfecho, lo presentan algunas personas que, a pesar de vivir una vida objetivamente miserable, no sólo se resignan a ésta; sino que además agradecen esta vida.

“Cuando agradecemos los latigazos, se trata además de un mecanismo de defensa con causas sociales y culturales”.

Berthrand Regader, autor del artículo Síndrome del esclavo satisfecho:

¿Qué es peor que ser esclavo?

Podríamos pensar que es el vivir día a día pensando en que no merece esa vida, ese menoscabo, que nadie tiene por qué ser superior a otro. Pero, en cambio, podemos encontrarnos con un escenario mucho peor: un esclavo satisfecho, e incluso agradecido, de la vida tiene, el trato que recibe, que el amo no es tan malo y que afortunado es, por que pudo correr peor suerte.

De acuerdo con Regader, el problema del esclavo satisfecho no es el dolor físico que sus condiciones le causan, sino la predisposición psicológica a recibirlos y a naturalizar el ensañamiento del “poderoso” sobre él. “En consecuencia, la desgracia del esclavo, no son tanto las formas situacionales que sufre en su cotidianidad en términos de maltrato físico, sino el asumir que el pensamiento del poderoso está bien y esto, le impide plantearse y, por tanto, cuestionar su estado de sumisión”.  Esto quiere decir, que las cadenas no las lleva el cuerpo sino la mente, pues acepta sin crítica las condiciones de vida con una pasividad resignada y sin atisbo de determinación para poder revertir su vida.

“Entre la crítica nula, la pasividad y el carpe diem (vive y deja vivir) mal entendido, nuestra mente deja de plantearse ciertas cosas, lo que más adelante no significa una resignación pasiva ante las vicisitudes de la vida. De este modo, tal como actuaría un esclavo y por la indefensión aprendida que supone la nula confianza en nuestras posibilidades, acabamos siendo meros espectadores de un statu quo que creemos, por sí mismo legítimo”.

Esto, sumado a la indefensión aprendida, otro síndrome psicológico en el que una persona se inhibe ante situaciones aversivas o dolorosas cuando las acciones para evitarlo no han sido fructíferas, y terminan por desarrollar pasividad ante este tipo de situaciones, puede resultar en lo que también se conoce como el síndrome del bebé elefante.

Gran parte de estos conceptos aprendidos y arraigados podemos trabajarlos con diferentes herramientas terapéuticas.
Las Terapias Holísticas como las Constelaciones Familiares, Biodecodificación, Sanación del niño/a interior y muchas de las técnicas que enseñamos y aplicamos en CIMITH, nos permiten avanzar y acompañar a los consultantes en sus procesos de reaprendizaje y reprogramación, trabajar los conceptos aprendidos y que limitan nuestras vidas,  que nos hacen ir y venir en la búsqueda de la libertad real, y que en el inconsciente, sabemos que nos pertenece.